Enrique Castro Vargas
Investigador Asociado TAP
Los candidatos a la presidencia exhibieron sus propuestas en materia de seguridad ciudadana con un elocuente y casi exclusivo énfasis en la familia policial, evitando considerar la multidimensionalidad e intersectorialidad que implica el trabajo de seguridad pública. Ya sea porque es una necesidad racional o por tratarse de un cálculo electoral (es un bolsón importante el voto policial), las propuestas consideraron, casi en consenso, el aumento del sueldo de los Policías, conservar la cédula viva o sueldo pensionario como si se estuviera en actividad y la eliminación del sistema de trabajo 24 x 24, en donde un día se trabaja para el Estado y el día siguiente para un privado.
Sin duda, la policía es un actor relevante para enfrentar el fenómeno de la inseguridad no obstante se subraya repetidas veces que es un problema amplio que abarca - y crea- un “sistema” de seguridad pública en donde intervienen los subniveles de gobierno, varios y diferentes servicios públicos estatales y; además, agentes privados, en su modalidad empresarial y en la de sociedad civil. Elucubración que quedo fuera del discurso de los candidatos.
La Policía Nacional merece retomar el proceso de reforma estructural que se inicia con la transición democrática, con cambios consultados y empujados desde dentro de la Institución teniendo como objetivo el “profesionalizar” y “democratizar” la Policía. De nada sirve contar con 20 o 30 mil nuevos policías (propuesta de PPK y Castañeda) si estos son nuevas miles de personas para temer y desconfiar. Es impostergable la formación y desarrollo de sistemas de accountability policial (interno y externo) que decante en una mejor policía. La Institución requiere de un proceso de limpieza y, sobre todo, de mejora de su imagen, a través de medidas estructurales y de impacto.
Además, resulta peligroso policializar la ciudadanía mediante un “servicio policial voluntario” (Gana Perú); la Prevención, por su parte, como un trabajo tematizado en la eliminación de la violencia, la supresión del consumo problemático de alcohol y drogas (programas de reducción del daño), la intervención sicosocial en infractores, la reconstrucción de lazos sociales en hombres y mujeres marginados, la atención a víctimas, la Violencia Intrafamiliar (problema principal de la sociedad peruana) y la reducción de factores de riesgo como es la exclusión, no fueron considerados por los candidatos y lo más cercano fue hablar de la educación en valores que, paradójicamente, lo señala Fujimori. Menos aún se habló de una prevención territorializada, que permita coordinar con los niveles de gobierno o una política de recuperación de barrios que integra al Ministerio de Vivienda. Nada.
Al contrario se remarco la necesidad de ser más duros y más severos. Mano dura y penalización de faltas espera tener aceptación en una sociedad atemorizada, sin embargo, la experiencia nacional e internacional da muestras de que estas fórmulas no dan resultados; y que a contramano, en el caso de faltas leves, “la justicia penal restaurativa” que se desarrolla en el Agustino y en Chiclayo han dado buenos resultados, reduciendo la reincidencia a un 7%, y que experiencias como la del Juez Calatayud en España, abanderado de las penas alternativas, provocó la reducción de reincidencia a un 8%. En Zimbawe, donde se aplica el mismo sistema sólo el 10% de quienes cumplieron el servicio comunitario, son reincidentes. Experiencias exitosas.
Interconectar comisarias (Castañeda) es una necesidad evidente pero la demanda por información es mayor pues no se cuenta con un índice de vulnerabilidad socio delictual, por ejemplo, o un observatorio criminal para ser menos ambiciosos. Nadie menciona como fortalecer la dinámica funcional de los comités, nadie parece querer meterse con el sistema penitenciario, ni con el nuevo sistema de justicia penal ni mucho menos con los medios de comunicación. Cabe la oportunidad para decir que la seguridad ciudadana no son sólo tres patas o tres columnas (Municipio, PNP y Sociedad Civil), es un “sistema con subsistemas” (así de complejo); y decir que hay solo tres es dejar fuera de la micro a pasajeros necesarios.
Recogemos la propuesta de pensar en un Ministerio de Seguridad Ciudadana (Rodríguez Cuadros) pero ello requiere un largo proceso de recambio en los mandos y de nuevas matrices de enseñanza en las fuerzas policiales, en integrar a civiles en materia de prevención y de control, así como en las acciones de resocialización.